Sara Sefchovich
Hace algunas semanas, el gobernador sustituto del sustituto y por nadie elegido de Chiapas, el señor Roberto Albores Guillén, consiguió que un cabildo dominado por el PRi declarara "persona no grata" a la actriz y militante Ofelia Medina, pretendiendo ex-
pulsarla del estado. Al tomar esta medida, el dicho señor olvidó que
Ofelia Medina es una ciudadana mexicana y que como tal tiene derecho a circular como quiera, cuando quiera y donde quiera del territorio mexicano . Así lo dice la Constitución y no hay restricciones a ello, por más cabildos y gobernadores que quisieran que fuera diferente . La actitud que han tomado los gobiernos chiapanecos de expulsar a los extranjeros que visitan ese territorio y que quieran documentar la lucha del EZLN o la pobreza de los indígenas o las represiones, no la pueden tomar con los ciudadanos mexicanos. El territorio es de todos nosotros, no de ellos, así de simple. Y lo que también olvidó ese señor es que Ofelia Medina es una mujer no sólo ampliamente conocida como actriz sino también por su admirable esfuerzo a favor de los niños indígenas de las zonas más pobres del país, esos a los que el gobierno tendría que atender en lugar de andar expulsando gente y a los que en quinientos años no les ha hecho caso. Por eso, quienes conocemos esa labor, no vamos a per- mitir que los gorilas se salgan con la suya .
Un poco de historia
En abril de 1990, a raíz de una epidemia de sarampión que afectó a miles de niños indígenas y que despertó su indignación, la actriz Ofelia Medina, el pintor Francisco Toledo y el Dr.Juan Pérez Amor fundaron el Fideicomiso para la salud de los niños indígenas de México, A .C., una institución de la sociedad civil cuyo objetivo era y sigue siendo desde Chiapas "buscar y promover soluciones a los principales problemas que afectan a la niñez indígena y contribuir a mejorar sus condiciones de vida tomando en cuenta su salud, educación, alimentación y esparcimiento".
Durante nueve años, heroicamente, el Fideo, como todos lo conocemos, ha llevado a cabo proyectos en comunidades indígenas de Morelos, Puebla, Yucatán, Guerrero, Oaxaca, Chiapas y Veracruz, cada uno de los cuales ha estado asesorado por un comité técnico formado por profesionistas e intelectuales de primer rango y coordinado con organismos locales, pues la idea es que se hagan más asociaciones de este tipo, con fines específicos, como es el caso del Fideicomiso para la salud de los niños mayas. Entre los muchos programas del FISANIM destacan el de estudiar la historia de la niñez indígena, el de dar apoyo en situaciones de contingencia como sismos, inundaciones, sequías o epidemias y el programa de presencia creadora que ha desarrollado talleres de creatividad con la participación de cientos de niños de diferentes etnias y cuya obra plástica se ha expuesto en el Palacio de Bellas Artes de la capital de México y en varias ciudades del mundo.
Pero son dos los programas básicos de esta asociación: el de salud y el de nutrición. En el primero, proporcionan atención médica a me- nores y a mujeres embarazadas y lactantes, han desarrollado acciones de combate al tracoma en los altos de Chiapas y han abierto una clínica de salud en Xualtez, totalmente construida y equipada por ellos, en la cual la medicina moderna se combina con la tradicional.
En lo que se refiere al programa de nutrición, distribuyen un ce- real especialmente creado por especialistas, hecho a base de amaranto, alimento que se utilizaba en la época prehispánica y que es sano y nutritivo. Además reparten alimentos. Nada más entre los desplazados de Chenalhó se entregaron 3500 raciones diarias. Se dice fácil.
Todo este trabajo, debería desempeñarlo el gobierno federal y sus bien pagados funcionarios y burocracia, y sin embargo no lo hacen. Pero eso sí, quieren impedir que lo hagan otras personas.
Ofelia Medina, arañando de donde puede, obtiene fondos para comprar alimentos, medicinas y ropa y para llevarlos a las comunidades. La hemos visto desgañitarse en actos maratónicos, organizar subastas de obras de arte, eventos culturales y artísticos, todo para solicitar y conseguir recursos y productos y la hemos visto adentrarse por caminos inhóspitos y convivir con las personas en las tan difíciles condiciones de la miseria. Y nos ha conmovido porque además de lo necesario, siempre se acuerda de llevar algo hermoso para alegrar la vida de las gente: flores, un ramillete de manzanilla, velas.
En un país como el nuestro en el que es tan difícil emprender cualquier acción pues siempre faltan recursos, apoyos, infraestructura y comunicación, en un país como el nuestro donde cada quien sólo trabaja para su santo, en un país como el nuestro que gasta millones de pesos en campañas políticas mientras los niños se siguen muriendo de enfermedades perfectamente curables como la diarrea o el sarampión, una persona como Ofelia Medina que regala con esa generosidad su esfuerzo, su tiempo y su energía para ayudar al prójimo merece nuestra admiración y nuestro apoyo incondicional.
Ofelia Medina lo tiene, indiscutiblemente.